martes, 1 de noviembre de 2011

"Mi piruleta de espiral que converge..., nadie mancillará nuestro amor..." - Estas eran tus palabras constantes.

No eres tú quien se ha equivocado, quien se ha equivocado he sido sólo yo, por mirar a quien no lo merecía, por mirar a alguien innoble, desleal, a un ser vulgar y sin clase con delirios de grandeza. No se puede hacer excepciones y sin embargo lo hice, creí en ti, confié en ti. Pero no sólo te faltaba arreglo personal, tus verdaderas carencias eran mucho más profundas. Lo que no sabía cuando fui cambiando tu imagen, cuando cambié tus camisetas de anuncios publicitarios por ropa de marca, no sabía que estaba alimentando la codicia y la soberbia de un monstruo que en cuanto pensó que ya no me necesitaba demostró su deslealtad dándole la espalda a su "preciosa princesita", como siempre me llamabas, la misma que te dio un amor incondicional, quien te acompañó y te apoyó en los momentos importantes de tu vida, quien fue compasiva con tus errores, quien te impulsó a ir en busca de tus sueños, quien te enseñó que había un mundo allí fuera por descubrir, quien te enseñó con su cariño y lealtad que el amor era una realidad, a quien tú le decías que jamás dejarías de amar, a quien acariciabas una y otra vez mientras al mismo tiempo le prometías el cielo y la tierra.

Te dí mi vida, te dí hasta tu propia vida. Sin embargo, de un día para el otro dejé de ser "tu princesita", dejé de ser "tu piruleta de espiral que converge", y aquél "nadie mancillará nuestro amor" y tus "lucharé por nosotros", "lucharé por merecerte", más todo el resto de tu palabrería y de tus demostraciones de cariño eterno, quedaron sólo en eso, en palabrería barata y teatro gratuito. Te amaba pero no lo merecías, ni siquiera merecías que mis ojos te miraran la primera vez. Es triste y patético, que rara es la vida, habría dado mi vida por ti, y mis palabras no son poesía de mercadillo.

Pero no sufro por no estar contigo, lo que ahora siento es dolor por esta decepción, por este inmenso desengaño que no creí llegar a vivir, por descubrir que no eres más que un cobarde, un pervertido, un depravado, un traidor. Te sentías tan seguro de ti mismo gracias a todo cuanto te ofreció mi corazón, que envuelto en tu arrogancia no dudaste en traspasar todos los límites con intención de hacerme daño. 

No saber comprender que cuando alguien que uno quiere se muere, las personas sentimos dolor, es muy triste. Y peor aún que sea éste luego motivo para querer vengarse.
Mi conciencia tiene paz.
Mi corazón estaba de luto, pero te amaba y te respetaba. He sufrido una gran decepción al saber que eres capáz de actuar de manera tan perversa, maligna y ruin.  

Mi único error fue quererte tanto y sin embargo pude ver satisfacción en tu mirada mientras pensabas que me hacías sufrir, y pude oirla en tu voz mientras seleccionabas las palabras para herirme, utilizando el mismo tono de voz con el que hasta hace nada me susurrabas infinitas veces al oído que me amabas, la misma voz con la que pedías mi cariño sin cesar a lo largo de todos estos años. Y a medida que ibas pisoteando cada segundo vivido juntos, sentí que caía un ángel del cielo, el mismo ángel que había sido testigo de tus promesas, de tantos momentos de amor infinitos. Pasaron ante mí los cinco o seis años vividos a tu lado, y se iban deshaciendo mientras caían a un pozo oscuro y profundo.

Creí que tenías un corazón inmenso y noble pero sólo los corazones pequeños reaccionan como lo has hecho tú. Y aunque ahora me siento herida, tus malas intenciones, tus malas actitudes, lo único que han provocado en mí es que por fin abriera los ojos y pudiera ver lo que realmente eres, porque yo continúo siendo la misma que era antes de conocerte. Y cada vez que se aparece tu nombre o tu imagen sólo veo la mala persona que has resultado ser.

Sé que me negarás. Sé que mentirás, que me difamarás, sé que harás todo lo contrario a lo que prometías porque "mancillarás" todo lo vivido. Miente, dí lo que quieras, ya nada me sorprende, di que te obligué a amarme, di que te confundiste durante seis años, di que no sentías nada cuando me tenías aprisionada en tus brazos, cuando me pedías un segundo más, cuando me mirabas a los ojos, cuando me besabas una y mil veces con ternura y con pasión, di que no tenías ni idea de lo que hacías cuando me pedías mi amor infinitamente, di que te obligué a estar conmigo, di que te obligué a escribirme. Sé que lo harás sin reparo y sin pudor.
Que triste.

La mente tiene caminos insospechados, pensar que siempre te decía que tenía miedo de olvidar el más mínimo instante vivido juntos. Quería recordarlo todo, absolutamente todo porque te amaba, pero hoy no recuerdo nada de lo que vivimos juntos, no recuerdo nada feliz a tu lado y sin embargo el miedo ha desaparecido.



https://www.facebook.com/cartasdeamor.enremenor
http://cartasdeamorenremenor.blogspot.com.es/

No hay comentarios:

Publicar un comentario