miércoles, 31 de agosto de 2011


Carta 24 -


Hola, hola, hola mi amorcito. 

Ahora tengo un ratito para escribirte, y me encantaría contarte cómo me fue ayer. Bueno, supongo que lo sabrás, porque fui contigo. Pero como sé que padeces de mala memoria, pues te lo contaré igual. A las 21:15 ya estaba delante de tus tienditas de zapatos bonitos y arijcos (jeje), porque salí a las 20:45 de casa. Fui en coche. Últimamente no pongo música, porque prefiero sentirte a ti, y todo por cuanto paso me dice de ti, y me hace vivirte por todo. 

Ahora acabo de poner el CD que me has regalado, para estar también más cerca de ti. Además, me encantaría porque me has contado que ha llovido allí. De camino, me pareció ver las nubes que mimaron tus campos y tu casa preciosa, y te brindaron ese aroma que tanto nos gusta a ambos. 

Encontré párking en seguida, justo al lado de tus tienditas que ibas. Se me enternece mi corazón, que es el más pequeño cuando se siente tan amado por ti... Eran ya las 22:05, y el concierto comenzaba a las 22:30. Justo salir del restaurante, me fijé que ya habían entrado los componentes del grupo entonces entré a la sala. Muy íntimo, muchos colores, el techo muy bajo. El sonido no era para echar cohetes, pero era aceptable. Tocaron casi las mismas que cuando fuimos juntitos, mi chica. Aunque esta vez empezaron casi con media hora de retraso: 23:00. Además, acabó a las 00:50, justo cuando me estabas escribiendo. 

Me emocioné mucho con tu canción. No sé mi chica, pero creo que recordé cuando fuimos a un restaurante cerca de casa. La cantabas, la cantábamos. Me emocioné de verdad, sobretodo el trozo final. Sólo pensaba en ti, y lloraba de emoción, de sentirte, de saber que mi vida es tan bella contigo... Tocaron tu otra canción preferida, y volví a recordarte más que nunca. Estabas todo el rato a mi lado, desde la primera, hasta la última. Musicalmente no disfruté tanto como contigo, porque ese día fue uno de los más intensos cuando estabas en físicamente aquí. Pero sí disfruté sintiéndome a tu lado, y compartiendo esa música que también nos une. Cantaba todas las que me sabía, y no hacía más que viajar con mi mente, viajar contigo, estar a tu lado y quererte. 

Te quiero muchísimo, Laurita ¿Lo sabes? Al acabar el concierto, salí de la sala, y tomé el camino de vuelta. Justo el que hicistes tú al volver a tu ciudad aunque yo... Pues yo tuve que torcer hacia la mía. No sabes lo que daría por poder continuar recto. No lo sabes bien, mi amor. Esta vez me fijé más dónde está nuestros sitios predilectos y efectivamente, qué iluminado. Aunque las luces azules no iluminaban tanto como cuando tú y yo nos quisimos bajo su dominio. 

Fue el día más bello y tierno de toda mi vida. Pensé en ti, y pensé en lo que te gustaría poder pasar como yo lo hice por delante, y con la facilidad con lo que lo hago yo, porque tengo que pasar casi siempre que voy a la capital en coche. Qué suerte tengo de conocerte. Qué suerte tenemos de saber que nuestro sueño existe, ¿Verdad? Nuestras ilusiones son las mismas, como te digo muchas veces. Tu ilusión soy yo, y mi ilusión eres tú. Se que te haría ilusión que te guardara el periódico que tengo ahora en mi mano, así que te lo guardo. Aunque te confieso que es a mí al que le hace muchísima ilusión ir guardándote para ti todo lo que creo que debes tener. Bueno, para tener, me pondría todo yo en la carpeta, pero tuyo ya soy, y además sé que me sientes así. Eres muy bonita, ¿Lo sabés? Mi Laura, no sé cómo decirte cuánto te quiero. Bueno sí, con sólo un beso a tus labios te puedo decir todo... Hasta mi talla de pantalones (y así no hará falta que me preguntes cuánto mido por SMS...). 

Leo


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