miércoles, 31 de agosto de 2011

Carta 55 - Mi preciosa piruletita,

Aquí estoy, como te prometí. Son las 23:35, y acabamos de llegar de un largo paseo la Ciudad. Me encanta poder volverlo a vivir
contigo, porque esto es lo que hago y he hecho. Contigo voy siempre, contigo estoy viviendo los días más intensos de mi vida. Tú me haces vivir, me haces sentir, me haces viajar y soñar, me haces amar. Y qué grande y bonito es amarte, Laura. Sólo con pronunciar tu nombre, leerlo (como hoy en el periódico), oírlo, tansiquiera recordarlo, me pone la piel de gallina, se meerizan los pelos, se me remueve todo por dentro. Del sentimiento y de la fuerza con la que siento tu amor, y tus suspiros. Mi Laura, te escribo para sentirte cerca, y así también me sientes tú a mí. Cuántas veces, y yano son veces, sino lrgos momentos seguidos que no he parado de desear que estuvieras allí, conmigo. Por todos esos rincones que sólo contigo puedo compartir, disfrutar, sentir. La melancolía volvió a ser mi compañera de viaje. Siempre le cuento a mi hermana por dónde hemos estado tú y yo, y todas las gracias que me hacías.
Justo después de escribirte esta tarde el correo diciéndote que me iba de paseo, salimos como la vez anterior en coche. Hacemos como yo contigo: En coche por los túneles, hasta la montaña (donde por cierto, ahora ya no encuentro casi aparcamiento.

Esta vez no llegamos hasta la Plaza principal, sino nos quedamos más arriba. Sí sí, justo donde torcíamos con el coche a la derecha cuando te acompañaba a casa... Y hasta abajo. Desde allí arriba. Decidí bajar allí, ya que mi hermana tenía también como yo muchas ganas de pasear. Y como tenía en mente de sorprender a mis padres con 4 entradas para ir al teatro el martes, pues pensé en pasar justo por la sala. Antes nos compramos de todo en una panadería.
.. Imagínate: Pasamos por delante, y digo "hmmmmm... Qué bueno", pero no paré.  Mi hermana me dice seguidamente: "¿Y por qué no te compras algo?". Sólo faltó una mirada cómplice de ambos, que casi no tuvimos tiempo de correr para atrás y arrasar con todo: Palmera de chocolate, donuts de chocolate, donuts normal, donuts sin agujero relleno de... Chocolate, sí, y creo que ya está. No llegamos a la segunda esquina que ya estaba todo desaparecido. La calma, después de la tormenta. Compré las 4 entradas, pero para eso estoy trabajando, como me dices. Te quiero tanto...

Una vez que llegamos a la avenida principal, vimos una heladería (que no era Haagen Dazs ni Farggi), y nos compramos un buen par de tarrinitas de 3 sabores cada una. La mía: maracuyá, piña y canela. La de mi hermana: chocolate con leche, yogourt y mandarina. No estaban mal. Mucho hielo, pero con mucho sabor. Viene a ser como tú, pero en este caso, eres puro calorcito y de sabor infinito. Le iba contanado por dónde habíamos estado en alguna ocasión.

Cruzando la avenida de los cines, y llegando hasta una de nuestras calles hasta le señalé la ventanita en la que nos cobijamos en Farggi
ese día. Bajamos por el barrio donde antes vivías. Bares y restaurantes por todo. ¡Y lo que nos costaba a nosotros encontrar algo! Andando aún (hemos caminado muchísimo, hasta ahora), llegamos hasta la catedral, que tú me enseñaste (tiene gracia, yo nunca fui). Como estábamos cansados, hemos ido a cenar una pizza, adivina dónde. Sí. También le conté que fuimos, y dónde nos comíamos los trocitos de pizza. Allí pensé tanto en ti, que seguro que lo has notado. Hasta mi hermana me miraba, yo estaba embobado. Parece mentira, Laura, qué razón tienes.

Eran las 21:45 y retomamos la marcha... ¡No! No volvimos, sino que continuamos hacia el puerto, pero otra vez desde esos callejones de al lado de la catedral. Justo por donde tú y yo dejábamos revolotear nuestro amor. Llegamos hasta el puerto, y entramos por la zona nuestro primer caramelo compartido en ese banco, ¿Recuerdas?, y mi hermana no paraba de disfrutar con los grandes barcos de lujo allí amarrados. Qué rica brisa marina, y qué fresquita. Dimos la vuelta por detrás (al lado de los muelles, como hicimos tú y yo), y retomamos el camino de vuelta, volviendo por el puente que pasa por encima del mar. Cogimos el metro, ahora ya bastante cansados, hasta la Plaza principal, "y de vuelta, por todo y recién".

Mi amor, estas palabras ni siquiera rozan la superfície de todo lo que he sentido hoy, lo que he sentido contigo cuando nos escribimos, lo que sentí contigo en la ciudad donde nos vimos por primera vez, lo que sentí contigo estos meses, lo que siento ahora, y Dios sabe la fuerza con la que sentiré el día de mañana. Sé que tú lo sientes así también, y también sé que restas importancia a drede al "bichito que se coló en mis fotos", como una persona más que me quiere. Laura, sabemos ambos que lo que hemos vivido, lo que vivimos, y lo que vamos a vivir, será, como mínimo, tan intenso que ya nos llena los corazones con solmente lo que hemos podido compartir. Tú eres mi vida.

Ya son las 0:55. ¿Sabes, mi chica? Cada vez estoy más convencido que alguien nos habla desde allí arriba. Hoy ha sido un día intenso, duro. Trabajé muchas horas, ya sabes, el mediodía fui casi una hora antes, y por la mañana llegué 10 minutos antes. Más de 10 horas hoy. He avanzado mucho en todo. Casi por sorpresa, vinieron de visita (y por negocios) lo mejores clientes de la empresa. Sólo estaba el jefe con ellos, y José, mi tutor y jefe.

.............................................

Hace ya mucho tiempo que sé que me quieres de verdad, que me amas, que estás enamorada de mí. Cuántas cosas bonitas me has dicho que sobrepasan aún de largo mi capacidad para siquiera dimensionar lo inalcanzable de lo maravilloso que me dices. Sé que lo sientes. Yo sé que lo siento también. Nos queremos, y esto es algo que nunca dudaré. Es por esto que te vuelvo a pedir abiertamente que sientas que conmigo no tienes que callarte o esconderme partes de tu vida, porque lo estarías haciendo también de la mía. Yo siento que tú eres mi vida. Te quiero, te quiero, te quiero. No te pido que me cuentes nada, ni que hagas nada. Sólo que sientas. Que sientas que estoy a tu lado. Que estoy contigo.
Quiero a tu vida tanto como a mí mismo. Regálame otra vez tu vida. Haz lo que sientas conmigo. No es difícil. Ambos hemos hecho lo que sentimos juntos.

¿Qué más importante para mí?
Laura, te quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario